Numerosos estudios demuestran el papel primordial de los minerales y vitaminas en la maduración y desarrollo de los elementos activos de los sistemas de protección del organismo. Carencias y subcarencias de estos elementos pueden ser debidos a una insuficiencia o desequilibrio nutricional, o por el uso de tratamientos con antibióticos, protectores gástricos, laxantes, queladores de minerales esenciales, al mismo tiempo que la mayoría de los metales pesados: plomo, cadmio, mercurio, níquel, etc…provenientes de la polución medioambiental.
La carencia de Zinc se traduce en una bajada de linfocitos T en bazo y ganglios. Su aporte mejora la respuesta de los anticuerpos. El déficit de Hierro provoca una disminución de los linfocitos T circulantes. Esto hace disminuir la respuesta de hipersensibilidad, perjudicando la acción fagocitaria y bactericida de la célula, sobretodo en la esfera ORL. Una carencia mínima en piridoxina produce una disminución de los anticuerpos y por tanto disminuye la resistencia a las infecciones.
El Manganeso es un gran antihistamínico, con control de la respuesta inflamatoria. Su presencia facilita la fagocitosis e inhibe la liberación de mediadores alérgicos. El Cobre es un potente antiinfeccioso y bactericida, estimula la fagocitosis y limita la reacción inflamatoria. Es, además, un modulador histamínico.
El Selenio tiene acción sobre los radicales libres y su déficit provoca una disminución de la producción de anticuerpos y de la hipersensibilidad retardada.