Los probióticos son microorganismos que ejercen, en el organismo, una acción reguladora a diferentes niveles. Permiten normalizar el tránsito intestinal gracias a su capacidad de colonización y crecimiento bacteriano; mejoran la absorción de nutrientes esenciales y favorecen la síntesis de sustancias; y modulan la capacidad de respuesta inmunitaria del organismo.
En la mayoría de los casos, la colonización probiótica del intestino es difícil debido a los efectos de primer paso gástrico, que inhabilitan o destruyen la mayor parte de las cepas ingeridas. La actividad del agua, el calor o frío constantes o la acidez del medio pueden destruir las células formadoras de colonias y mermar su capacidad de repoblamiento intestinal. Es por ello que estos microorganismos tan sensibles a las condiciones del medio necesitan de diferentes procesos de optimización de su capacidad funcional. Uno de ellos es la tindalización. Este método consiste en la aplicación intermitente de calor para desnaturalizar la mayor parte de las células. Con este procedimiento, podemos incorporarlas al intestino para que ejerzan una acción reguladora del sistema inmunitario. Así, las células residuales que sigan viables mantendrán su capacidad de colonización y repoblamiento gracias al aporte extra de vitaminas del grupo B. Pero el mayor efecto será el de modular la respuesta inmune, tanto mejorando la protección frente a infecciones (siendo el intestino la segunda causa de infecciones, después del sistema respiratorio), como modulando la respuesta inflamatoria en la liberación de histaminas y sustancias análogas, especialmente en casos de alergia.
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