La Vitamina C es un nutriente muy conocido y muy fácil de obtener por una dieta saludable. Es por ello que, en los países desarrollados, es muy difícil que se produzcan déficits nutricionales de vitamina C. Pero las demandas fisiológicas de niños y adolescentes son elevadas (debido al desgaste físico e intelectual), de manera que un aporte nutricional es imprescindible para optimizar el metabolismo energético y para mejorar el sistema inmune y nervioso.
Esta vitamina hidrosoluble está presente en alimentos como las verduras y las frutas, especialmente en los cítricos, el kiwi, la fresa o la piña.
Déficit de vitamina C Los casos en los que podría verse un cuadro de déficit de vitamina C son aquellos en los que se prolonga demasiado tiempo la lactancia como forma exclusiva de alimentación. Y, por supuesto, las dietas poco variadas (con bajo contenido en frutas y verduras), que a veces se ve en niños de corta edad a los que se les permiten ser selectivos con la comida durante mucho tiempo.
En caso de presentar un déficit de vitamina C real, el niño puede presentar el conocido cuadro del escorbuto, que se inicia de forma muy inespecífica (fiebre, dolores musculares) y termina con la característica inflamación de las encías y las parálisis musculares, que no son reales, sino consecuencia del intenso dolor muscular, que hace que el niño no movilice el miembro afectado. Otros síntomas son cuadros de anemia, sequedad en piel u ojos, sangrados y debilidad muscular.
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